**La alimentación de los cánidos en la Prehistoria: pruebas de las interacciones entre humanos y cánidos** Investigaciones recientes sobre restos óseos que datan del Holoceno temprano revelan que los humanos alimentaban a los cánidos -como lobos y coyotes- con pescado hace más de 10.000 años. Este fascinante hallazgo sugiere una compleja relación entre los humanos y estos animales, cuyo impacto puede haber abarcado varias dimensiones, incluida la domesticación. Los restos óseos hallados en yacimientos arqueológicos indican que, durante este periodo, los humanos empezaron a utilizar los recursos acuáticos como parte de sus prácticas de subsistencia. Al ofrecer pescado a los cánidos, los humanos no sólo alimentaban a estos animales, sino que posiblemente también promovían una simbiosis que favorecía la caza y la protección de la comunidad. Según el arqueólogo Dr. João Mendes, especialista en interacciones entre humanos y animales, «las pruebas de alimentación mutua entre humanos y cánidos pueden indicar el inicio de un proceso de domesticación, en el que estos animales se convirtieron en aliados fundamentales en la vida cotidiana». La investigación de estos huesos demuestra que los cánidos se adaptaron a los entornos y dietas humanos, contribuyendo así a las habilidades de caza y a la protección de los asentamientos. Además, el análisis isotópico de los restos óseos aporta nuevos datos sobre la dieta de los cánidos que compartían espacio con los humanos. Datos recientes sugieren que las proteínas procedentes del pescado constituían una parte significativa de la dieta de los cánidos, lo que refleja la importancia de las fuentes de alimento acuáticas durante los periodos de adaptación climática. La paleontóloga Dra. Ana Clara, que también investiga las interacciones entre especies, señala que «estos hallazgos no sólo son importantes para comprender la relación entre humanos y cánidos, sino que también indican la flexibilidad dietética que mostraban los cánidos en aquella época. Esto sugiere un mayor potencial de domesticación, ya que las especies adaptables y flexibles tienden a integrarse más fácilmente en las comunidades humanas.» Otros estudios sobre herramientas y pruebas culturales halladas en los yacimientos de asentamientos humanos revelan que la gestión de los recursos pesqueros era una práctica habitual. La relación con los cánidos, por tanto, no era sólo una cuestión de alimento, sino un aspecto de un modo de vida que integraba diversas prácticas de subsistencia e interacción social. Además, las implicaciones de estos descubrimientos van más allá de la mera alimentación. Reflejan un momento crucial en la historia de la domesticación, cuando los humanos empezaron a establecer vínculos más profundos con los animales que les rodeaban. Esta interdependencia establecida puede haber influido no sólo en la evolución de los cánidos, sino también en el desarrollo de las sociedades humanas, creando un ciclo de mutualismo que ha durado milenios. El descubrimiento de que los humanos alimentaban con pescado a los cánidos durante el Holoceno no es sólo una curiosidad científica, sino un punto de partida para nuevas investigaciones sobre la evolución de nuestras relaciones con otras especies. Los próximos pasos de la investigación pueden revelar más sobre cómo estas interacciones moldearon tanto el comportamiento de los cánidos como las costumbres humanas.
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